máquinas expendedoras centro comercial muelle uno vending

Mito o realidad: ¿funciona frotar una moneda contra una máquina?

¿Qué ocurre cuando frotamos una moneda contra una máquina de vending?

Seguramente hayas visto más de una máquina de vending rascada por el lateral donde se introducen las monedas. Por no decir, que seguramente lo hayas probado, la frotas entre 10 y 20 veces, y al final, entra.

¿Casualidad o causalidad? ¿Electricidad estática? ¿Cuál es el misterio?

Pues ninguno. Este mito que se ha extendido como una gran leyenda urbana y ha llevado a que la mayoría de las máquinas expendedoras de todo tipo tengan rallado el lateral (aunque cada vez menos por los pagos sin contacto) es falso.

Entonces, ¿por qué «funciona»?

B.F. Skinner, un psicólogo que se hizo famoso por sus estudios de aprendizaje, metía palomas o ratas en jaulas y las enfrentaba a pruebas como accionar una palanca, si la superaban, recibían comida.

«Se observó que si se soltaba una bola de comida en el momento en que un animal, entrenado en una de estas jaulas, realizaba cierto movimiento o posición poco habitual, en ocasiones la rata o paloma asociaba el hecho de recibir comida con el comportamiento y repetía la posición, intentando obtener más comida; si en este momento se le proporcionaba otra bola de comida, el animal ya quedaba prácticamente condicionado a realizar ese movimiento.»

Al igual que ocurría en el experimento de Skinner, nosotros (antes de leer este artículo), frotábamos la moneda porque estábamos condicionados a que iba a funcionar.

La tecnología

En el caso de nuestras máquinas, disponen de un inteligente selector de monedas que además de medir las propiedades físicas de las monedas (peso y tamaño), miden también el sonido, aceleración y desaceleración de la moneda contra una pieza dispuesta para ello. (El típico «clack» que seguro que has escuchado al meter alguna moneda)

Esta tecnología que permite saber si una moneda es fraudulenta, de momento, no permite saber si has frotado o no, la moneda contra el cajetín.

 

Fuentes: Universidad de Navarra, Jandeporras Blog